jueves, 3 de septiembre de 2020

EL GATO PIJI MANTENIENDO EL TIPÍN

 EL GATO PIJI MANTENIENDO TIPÍN

El verano es malo, o en este caso las vacaciones. Entre cumpleaños, tartas, helados, chocolates y demás excesos es normal que las polillas de la ropa hagan que esta se encoja algo. jejeje.

En nuestro caso algo hemos pillado y eso que decidimos salir a andar y hacer algo de deporte, porque sino seríamos bolas rodantes.

Nos propusimos al principio de las vacaciones salir a andar por Córdoba todos los días y casi lo hemos cumplido. Es cierto que andando ves lugares y rincones de la ciudad que en condiciones normales nunca verías. Es más, con el tiempo que llevo viviendo en Córdoba nunca me había acercado al río y cierta mañana decidimos aprovechar para andurrear por esa zona.





Pero como andar se nos quedó algo corto, jejeje, decidimos coger la bicicleta y ampliar nuestras fronteras. En esta ocasión inflamos la bicicleta de mi cuñado que estaba en el trastero acumulando polvo y decidimos probar si eramos capaces de hacer una pequeña ruta circular de poca dificultad. O eso pensábamos.

Salimos de Córdoba en dirección Alcolea por la antigua N-IV. Y desde allí continuaríamos hasta Los Ángeles, pero no los de California sino la Barriada de Córdoba.

    

Llegados a Los Ángeles cruzamos sobre las vías del tren que une Córdoba con Madrid. 

Dejamos atrás la civilización para tomar la CO-3105 pasando por delante del Centro Penitenciario de Córdoba y cruzando por encima de la A-4. Pero hay que reconocer que nada más salir de Los Ángeles lo primero que nos encontramos fue una pequeña cuesta, la cual solventamos sin problemas.


Seguimos nuestro paseo buscando siempre los carteles que indican Córdoba, de modo que la CO-3105 se convertiría en la CO-3200.



Todo se nos antojaba muy bonito y tranquilo, risas y charlas amenas disfrutando del paisaje, pero todo ello acabaría al adentrarnos en la CO-3204

        

Tras un par de señoras cuestas, donde tuvimos que poner pies en tierra para no acabar con las piernas doloridas durante una semana y ver las estrellas cuando nos sentásemos para comer, nos paramos para tomar un poco de agua sin saber que aún quedaba la peor de las cuestas.

A falta de pocos kilómetros para llegar a Córdoba nos encontramos junto al río una gran pendiente que te saca la sonrisa pero que te la invierte cuando llegas al punto más bajo, ya que todo lo que se baja hay que subirlo. También es cierto que este dicho vale a la inversa. 

    

Lo mejor de disfrutar de este tipo de paseos es encontrarse con instantáneas como la siguiente, donde el juego de luces dan otra perspectiva a las fotos.


Y como siempre no quiero dejar de dar las gracias a Chus, que en esta ocasión, con la bicicleta, fue engañada vilmente sin saber a lo que se iba a enfrentar. Pero como siempre, se presta a cualquier cosa que le proponga. Vale millones!

Os mando un saludo a todos y cuidaros hasta la próxima salida.

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