Y de vuelta al Barco pudimos comprobar que lo
de el calor no era una exageración andaluza, porque el alquitrán estaba
derretido y para muestra un botón.
Día en Mikonos
Llegamos a Mikonos, la famosa isla por ser la
Ibiza griega y por tener un lugar llamado “la pequeña Venecia”.
Para llegar a la ciudad nos montamos en una
embarcación pequeña, ya que el barco no podía acceder al pequeño puerto.
Lo primero que uno puede ver es un pequeño
puerto con unas aguas claras y casas cercanas al agua.
Y como no iba a ser menos, había pequeñas
ermitas cada 200 metros.
Lo que más puede gustar de Mikonos son esas
calles estrechas encaladas de blanco y con los marcos de las puertas y ventanas
azules. Pero, jejeje, siempre hay un pero. Las cuestas. Todo en
este pueblo está en cuesta jejeje.
En Mikonos también es muy típico los molinos.
Y dicen que hay un pelícano de mascota, pero
nosotros no lo pudimos ver. Pero por lo contrario nos encontramos con una
pecera llena de bichitos que cocidos tendrían que estar para chuparse los dedos
y lo mejor de todo, la tienda de nuestro amigo (el del cubo de Louis Vuitton)
jejeje.
Como dijimos al principio, junto a los famosos
molinos, desde donde se puede observar el famoso atardecer de Mikonos, se puede
ver la pequeña Venecia. Que consta de unos balcones metidos en el mar y con
bares que tienen las mini terrazas pegadas al mar.
Pero Mikonos no sólo es famosa por todo lo
anterior, sino que también por sus playas y por sus zonas de fiestas. Las zonas
con más renombre son las Playas de Paradise y Super Paradise. Donde
supuestamente se mueve el ambiente de fiesta, pero nosotros tomamos un autobús
hasta la playa de Ornos. Que para mi gusto es muy bonita y donde se está muy
tranquilo. Ya que es un ambiente familiar y no tan de discoteca y de gente
joven.
Y por fin encontramos la moto de Chus, pero no
nos dio tiempo de cazar a la dueña para comprársela jejeje.
Y a la vuelta del Mikonos, cuando regresamos
al camarote nos encontramos que habían traído un amigo para el Gato Piji.

Día en Santorini
Buenos días, nos levantamos y nos preparamos
para desembarcar en la Isla de Santorini. De nuevo nos llevan en una pequeña
barca hasta donde se encuentran los teleféricos. La verdad que recomendamos
subir en ellos, porque el camino de las escaleras por donde van los burros es
un poco peculiar y ya os lo contaremos más adelante, ya que bajamos por él.
La verdad que el viaje en el teleférico es
como en otro cualquiera, todo el mundo diciendo, y si se cae, y si se rompe el
cable, ¿qué es ese ruido? Jejeje, las cosas de los seres humanos. Pero hay unas
vistas maravillosas de los barcos y del puerto.

Una vez arriba accedes a la calle de las
tiendas, anda que no saben nada estos griegos. Todos los souvenirs y los bares
se encuentran concentrados en tres calles. Pero nosotros nos dirigimos a
culturizarnos con la arquitectura del lugar.
Primero visitamos la parte católica de la
isla, con su catedral y su iglesia. La verdad que las
vistas que se tienen desde el lugar son muy bonitas.
Por fin vimos el truco para que los
ciclomotores puedan subir esas cuestas de infarto y el motivo
por el cual las mujeres en la isla estaban tan contentas.
Continuamos callejeando por la zona viendo
como se encuentran situadas las casas en el lugar,
con sus vistas y sus cafeterías pegadas al acantilado.
Hasta que llegamos a la iglesia ortodoxa del
lugar, donde mucha gente se dedicó a pedir deseos con las velas al santo del lugar.
Pero como en todo lugar siempre hay
curiosidades y lugares bonitos como las casas blancas y azules, cajas para
cigarros o los amigos del Gato Piji.
Y por fin llegó la vuelta al pequeño puerto
para regresar al barco y la tan ansiada bajada por las escaleras. Jejeje, no os
recomendamos la experiencia a no ser que queráis subir montados en burro. ¡Qué
olores, que suelo lleno de …. jejeje! Había momentos en el que bajaban los
burros en plan manada de toros de San Fermin. Pero que no os engañen que se
tarda a un paso normal y parando para esquivar a los burros unos 20 minutos.
Y las vistas de Santorini desde el barco, como dice el anuncio de la Master-Card, no tiene precio.
Y por la noche fiesta de disfraces, así que
los que hagáis un crucero contad que en la maleta tenéis que llevar ¡también!
un disfraz, a no ser que hagáis como nosotros que nos fuimos al taller de las
manualidades del barco y nos fabricamos nuestro disfraz de Gato y Gata con
Botas. Bueno eso es de lo que pensábamos que íbamos disfrazados jajaja.
Día en Corfú
Hoy nos hemos levantado más tarde ya que
llegábamos a Corfú a las 13:00. Después de desayunar nos tomamos una mañana de
relax. Fuimos a una clase de pollo al curry, de decoración con toallas y
aprovechamos para leer un poco.
Cuando nos dirigimos al camarote para coger
las cosas nos encontramos otro amiguito del Gato Piji.
Una vez en tierra recorrimos la ciudad de
Corfú por sus callejuelas. En Corfú hay dos fortalezas, la moderna y la
antigua. La moderna se encuentra cerca de la parada del Bus que nos trajo del
puerto.
Nos fuimos en busca de la parada del autobús
que nos llevaba al palacio de Sisi la emperatriz, pero al final no lo cogimos
por el tiempo, ya que a las 17:00 teníamos que estar de regreso en el barco.
Entonces decidimos de adentrarnos en la zona de las tiendas en busca de la
fortificación antigua. Para ello tuvimos que preguntar a la policía del lugar
A diferencia del resto de los lugares que
hemos visitado de Grecia, como Mikonos o Santorini, Corfú se distingue por sus
edificios y sus calles estrechas.
En la zona de la fortificación antigua uno puede tumbarse en el césped del parque que hay o disfrutar de las vistas
al mar que hay alrededor.
Una vez en el interior se puede observar que
la cosa no está tan cuidada como debería ser y que hay edificios en el
interior que desentonan con el entorno de la fortaleza. También os recomendamos
que subáis hasta el faro ya que hay unas vistas de Corfú impresionantes y que
no toméis nada en el bar del lugar ya que puede repercutir seriamente en el
bolsillo, y fuera de la fortaleza el precio es más moderado.
De vuelta a la plaza para tomar el autobús de
vuelta al barco, volvimos a adentrarnos por la zona de tiendas con sus regalos
y sus maniquíes curiosos, e hicimos un alto en el camino para tomarnos unas
granizadas en uno de los bares de las calles de Corfú.
Y por la noche tuvimos otra fiesta más. La
“Noche de Blanco”, si es que hay que llevarse más ropa que el baúl de la Piqué.
Los camareros ofrecieron un espectáculo muy bonito paseando entre las mesas
haciendo una conga, con algunos de ellos llevando una tarta en la cabeza (pero
sin agarrarla con las manos) y se despidieron de nosotros echando un baile con
los comensales. Y después para bajar la comida nos dirijimos a la zona de la
piscina para echar unos bailes o hacer como que sabíamos bailar.
Día en Dubrovnik
Nos levantamos después de la noche blanca, con
mucho sueño, y al bajar del barco nos encontramos con una ciudad muy bonita. Con
las casas de piedra y los tejados rojos. Un entorno paisajistico muy bonito y
que merece la pena visitar.
Tras tomar un taxi que nos acercó a la zona
amurallada de la ciudad, nos adentramos en la zona turistica y nos dimos cuenta
de la belleza del lugar y de lo limpio que estaba todo. Y lo que más nos llamó
la atención eran las calles que salían de la principal. Unas callejuelas con
escaleras que echaban para atrás hasta al más valeroso de los montañeros. No
dejabamos de acordarnos de esas pobres señoras mayores, las cuales irían
cargadas con la compra y que al llegar a casa se adordasen de que han olvidado algo.
Jejeje.
Las iglesias del lugar y los monumentos más
simbólicos están a la vista sin tener que salirse de la calle principal de
Dubrovnik.
Tras pasear por el interior de la
muralla, al final de la calle principal, hay una salida al puerto con unas
vistas preciosas y desde donde se pueden coger embarcaciones que rodean la
muralla por el mar y te enseñan otra panorámica de Dubrovnik.
Tras echar un vistazo al puerto continuamos por el interior de la
muralla visitando más edificios y rincones curiosos.
Si uno está atento al reloj, podrá observar a
esos dos muñecos golpeando la campana para dar los usos horarios.
Paseando por las calles más alejadas de la vía
principal pudimos coincidir con un amigo del Gato Piji y
encontrar esas cosas que sólo se ven saliendose de la ruta de los guias.Como son esos polletes para las macetas, a la fuente de
la mujer PiPi y esas pistas de Baloncesto un poco raras. O el punto de donde se puede hacer otro tipo de visita de la
ciudad.
Y las calas de aguas cristalinas para refrescarse del
clima de la zona. Pero siempre hay que realizar las visitas con
buena compañía.
Ya de vuelta al Barco, para estirar un poco
las articulaciones de tanta visita, algunos practicaron un poco de baile.
Día en Venecia
Una de las paradas más bonitas de todas. La
arquitectura de los edificios y esos canales llenos de barquitas, gondolas y
sucedaneos. Es digno de ver. Yo recomiendo, si hay tiempo, de tomar el vaporeto
hasta la plaza de San Marco y desde allí recorrer las callejuelas y los puentes
de Venecia hasta la zona de partida, que en nuestro caso era la Plaza de Roma.
Desde el puerto a la plaza de Roma (zona donde
se coje el vaporeto) tomamos un tren de alta velocidad, jejeje, que duró… pues
la verdad que un poco más y no nos da ni tiempo de hacernos la foto.
Una vez en la Plaza de Roma nos montamos en el
vaporeto, para algunos la primera vez y tatetos de nosotros creiamos que el embarcadero
era ya el vaporeto. Jajaja. La experiencia de navegar por el canal principal de
Venecia es una cosa que no hay que perderse, ya que se ven los edificios y el
estilo de vida de Venecia.
Pasamos por el puente de Rialto tanto en vaporeto como posteriormente andando.
Una vez llegado a nuestro destido, la Plaza de San Marco, como todos los presentes aprovechamos para hacerlos las fotografías de rigor. Con la Torre, el Palacio Ducal... Pero no entramos ya que el tiempo no apremiaba mucho y las colas eran inmensas.
Una vez visitada la Plaza de San Marco, nos adentramos a conocer Venecia por sus callejuelas. Andamos por esos puentes y para mi fué la mejor parte de la visita.
Pudimos disfrutar de esos escaparates llenos de mascaras, de cosas curiosas, de ropa de diseño, etc...
Y para despedirnos de Venecia acabamos de nuevo en el canal principal, antes de coger de nuevo el super tren de vuelta al puerto para recoger las maletas e ir al aeropuerto.
Una de las curiosidades que nos encontramos en Venecia fué ver un calendario de Curas, si como leeis, había visto el de los bomberos, el de los policias, el de las viejecillas, pero uno de curas. Seguro que Sor Citroen tiene uno en su celda. Jejeje
Y no quiero despedirme de Venecia sin comentar lo ummmm...... como están los helados. Si hay que probarlos. Me faltó probar la pasta, pero eso será en otro viaje.
Pues si, al fin llegó ese momento que nadie quiere que llegue y que hace que esas caras tristes se conviertan en caras feas y llena de arrugas... La vuelta a casa.
Pero toda cara triste vuelve a estar feliz al recordar todos los buenos ratos echados y sobre todo al recordar a la buena gente que hemos conocido durante el viaje. Un saludo a todos ellos estén en la parte que sea de España.
Bueno este gato se despide hasta la próxima, que será en moto. Un saludo a todo el mundo.